...EL GRAN DICTADOR...DISCURSO...CHARLES CHAPLIN...

sábado, 29 de enero de 2011

...SUICIDAS...


Estoy sumamente deprimido —dijo Ricardo Leiva a sus compañeros de trabajo—. Estoy tan deprimido que ni siquiera siento dolor.

Y puso el brazo sobre la llama abierta de una cocina de gas.

Al mediodía pidió permiso en el trabajo para ir a su casa. Como no regresó en la tarde, el jefe lo llamó por teléfono.

Este es Ricardo Leiva —contestó una voz doliente y apagada.

Pero era una grabadora.

—He decidido acabar con mi vida —siguió diciendo el mensaje grabado—. La vida me ha consumido. He tomado catorce pastillas en los últimos cuarenta minutos. Si eso falla, usaré mi pistola 45.

Cuando la policía abrió la puerta de su casa, Ricardo estaba muerto. Pero su teléfono seguía contestando:

—Éste es Ricardo Leiva...

He aquí otro que se suma a lo que ha llegado a ser una interminable lista de suicidas.

Ricardo Leiva era un ingeniero electrónico que llevaba cinco años trabajando en la misma empresa. Vivía bien. Tenía pocos amigos, es cierto, pero en su trabajo se llevaba bien con todos. De pronto entró en una profunda depresión, y no encontró más recurso que catorce pastillas somníferas y el tiro de una pistola.

¿Qué lo llevó a esa extrema resolución? Conjeturas hay muchas, pero hay una sola causa básica, que siempre es la misma. Esa causa básica es la falta de fe. No es la falta de religión. Lo cierto es que los suicidas suelen tener religión. Suelen ir mucho a la iglesia. Muchos, incluso, le piden perdón a Dios por lo que van a hacer. En sus notas de suicidio dicen con frecuencia: “¡Que Dios me perdone!”

Religión tienen. Lo que no tienen es fe, fe verdadera. Por eso viven propensos a las depresiones y a las desilusiones de la vida…

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