...EL GRAN DICTADOR...DISCURSO...CHARLES CHAPLIN...

jueves, 28 de enero de 2010

....ACTITUDES DE UN VALIENTE...


Admitir que te equivocaste.
Hacer lo que es correcto, aunque los demás no lo hagan.
Hablarle a alguien que no conoces.
Decir "no" cuando otros están tratando de que hagas algo que sabes que no debes hacer.
Decir la verdad y aceptar las consecuencias.
Defender algo en lo que crees, aunque podría significarte el rechazo o el ridículo o incluso un daño físico.
Defender a alguien a quien se considera impopular o inaceptable.
Vivir tu fe con todo tu corazón, tu mente, tu alma, y tu fuerza, sin importar lo que te cueste.

sábado, 23 de enero de 2010

...EN LA VIDA HAY PERSONAS...


En la vida hay dos clases de personas....a cuál perteneces?
Los que pasan la vida soñando y los que dan vida a sus sueños.
Los que sueñan con logros y los que logran sus sueños.
Los que siguen las huellas y los que las dejaron.
Los que ven para poder creer y los que creen antes de ver.
Los que te pisan al subir y los que suben a ayudar.
Los que te dan confianza y los que te la quitan.
Los que dan sin pedir a cambio y los que te piden el cambio.
Los que escogen una de dos y los que toman las dos.
Los que se asoman por la ventana y los que se salen por ella.
Los que hacen, se reproducen y mueren y los que nacen, producen y nunca mueren…

viernes, 22 de enero de 2010

...LAS MÁSCARAS QUE SE OPONEN AL AMOR...


Si hay una decisión importante en la vida del ser humano es la de casarse. Sin embargo, si hay algo que no se piensa es precisamente esto.

¿Por qué el amor a primera vista ¬o mejor dicho- el deseo a primera vista hace fracasar noviazgos y matrimonios?

Hay tres trampas para engañarse en el amor:
• Creer que se aman cuando sólo se desean.
• Creer que tienen mucho en común, cuando quizás apenas tienen nada.
• Creer que están pensando, cuando en realidad están sintiendo.

Y las llamo trampas porque la trampa consiste en hacer creer que no son trampas, y por eso la persona se confía, baja la guardia y de pronto se encuentra atrapada irremediablemente.

¿Amor o deseo?
La primera trampa es confundir la pasión con el amor. Los novios que llegan al nudo del problema, ven que éste consiste en averiguar si realmente se aman o si principalmente se desean. En definitiva, el problema está en averiguar si mi novio o mi novia es así, es decir, bueno y considerado, y entonces lo seguirá siendo siempre; o si solamente está actuando, es decir, está tratando de quedar bien, e inconscientemente actúa, hace teatro. El amor exige muchas renuncias y sacrificios, y si la persona no es generosa de por sí, por hábitos, a la larga se hace muy difícil el ir contra lo que se es.

Hay una manera sencilla de averiguar lo que en realidad es una persona y no lo que parece ser: Si tu novio es comprensivo, considerado y responsable, lo será con todo el mundo, y no sólo contigo. Y lo mismo del novio se podría decir de la novia. Si un metal es hierro, reaccionará como hierro con cualquier metal; si sólo reacciona como hierro con tres metales, definitivamente no es hierro.

Lo mismo sucede aquí: si alguien sólo es respetuoso, considerado y servicial con determinadas personas y con otras no, definitivamente no es respetuoso, considerado y servicial: solamente está actuando. Hay que observar cómo se comporta esa persona con aquellos de quienes no espera nada, cómo soporta y reacciona ante los roces y tensiones que conlleva toda convivencia. ¿Cómo se comporta con sus padres, hermanos, amigos y enemigos, compañeros, meseros, etc.? Allí está la clave.

Pero pasa que los novios sólo se juzgan el uno al otro por la forma como el otro lo trata. Y como la novia ve que él es bueno y considerado piensa que él es así. No le importa cómo es con los demás porque a ella no le afecta, no lo tiene que sufrir, y dice: “conmigo es diferente”. Le podríamos contestar “por ahora, pero deja que pase tiempo y deje de desear...” Si con ella es diferente, quiere decir que él no es así, está actuando.

El tremendo error es creer que con ella siempre va a seguir siendo diferente. Esto supone una ingenuidad del tamaño del monte Everest, pues no siempre va a ser así, porque el carácter acabará por imponerse. La belleza amansa a los hombres salvajes y dulcifica el carácter, pero una vez pasada la belleza o el impacto, el ser humano vuelve a ser lo que era.

Hay una razón que impide que los novios se muestren como en realidad son: la falta de ocasiones en las que un ser humano se muestra tal cual es. A los seres humanos se les conoce en los momentos de tensión, de crisis, de fracaso, de frustración, como dice Saint-Exupery: el hombre se mide a sí mismo con el obstáculo.

“El matrimonio es la situación existencial que más felicidad puede proporcionar a la mayoría de los seres humanos”. Por eso todo el mundo se quiere casar aunque vean fracasos matrimoniales a su alrededor. Ven que tal esposa es caprichosa, altanera, egoísta y busca explotar a un hombre para que pague sus caprichos, o que otro hogar se ha transformado en sala de torturas. Cuando el matrimonio es una estructura creada por el amor total para expresarse y perpetuarse.

Creen que son afines cuando sólo les gusta estar juntos
Esta es la segunda trampa que puede tenderles a los novios la atracción física. El matrimonio no es contemplación del otro, es convivencia. Es necesario que el amor que se tienen sea también amor de amistad. Han de compartir intereses y valores. Cuando los esposos no son amigos, el matrimonio acaba por morir por aburrimiento o por desangrado (porque es difícil vivir permanentemente frustrado). Estas tensiones son fuertes también cuando son de diferente religión, o cuando los dos son de la misma fe pero uno practica y el otro no.

Creer que están pensando, cuando sólo están sintiendo
Esta es la tercera trampa. Creen que piensan cuando sólo racionalizan su deseo. En el pensar se consideran todas las razones en pro y en contra; en el sentir se piensan sólo las razones dictadas por el deseo, aquellas que lo justifican. Las razones en contra no se piensan, y si se piensan, no impresionan, o sólo se piensa en refutarlas. Es típico el caso del caso en que le dicen a la muchacha, “ese joven no te conviene porque es flojo, o porque es borracho o mujeriego”. Y ella razona: sí, pero mi amor lo va a cambiar. La realidad muestra que, a la larga, no lo cambia porque ya tiene hábitos formados.

Naturalmente, cuanto más vehemente sea la pasión o el deseo, mayor es la incapacidad de pensar objetivamente. Pocos deseos tienen la violencia e intensidad que tiene el deseo físico y sexual. Por eso cuando los novios están profundamente enamorados, están incapacitados para pensar. Se dice que el amor es ciego, de nuevo se está llamando amor al deseo. El amor verdadero, al contrario, es bien lúcido, porque el amor se funda en el conocimiento de la persona y por eso va creciendo con este conocimiento. En cambio el deseo, ni ve ni quiere ver, sólo ve aquello que quiere ver.

Los novios deben pensar cuando todavía son capaces de pensar, esto es, cuando aún no están enamorados. Al principio no piensan porque no se preocupan, porque no están enamorados. Por eso hay que pensar: “de quién me voy a enamorar”.

Hay que ver cómo se hacen la mayor parte de los noviazgos: se gustan. Siguen saliendo y se siguen gustando cada vez más. Se hacen novios. Ahora no pueden pensar, sólo pueden sentir. Ya no razonan, ya sólo racionalizan. Se enamoraron sin haber averiguado antes si se debían enamorar. Una vez enamorados, aunque él sea Pedro el Malo, se van a casar de todos modos.

El único tiempo hábil que tienen los novios para pensar objetivamente si se convienen o no, es cuando todavía no se gustan, pero ven que pueden gustarse. “Es que mi caso es diferente”, dirá alguna, y después le pasa lo mismo que a las demás y acaban en lo mismo. ¿Qué es lo que le hace pensar que su caso es diferente? Las ganas que tienen de creerlo. Todos los novios piensan que su amor es único.

Todos los sentimientos duran mientras se creen eternos. Por eso también el que ha recibido un desengaño amoroso cree que para él la vida ya no tiene aliciente. Algunos piensan en darse un tiro. Si esperan un poco se reirán de su estupidez.

Otras dicen: “Ya verán como yo lo cambio”. Una vez que el varón cree que ya la tiene segura, volverá a lo que era. No se trata de un cambio táctico; el novio hace verdaderos esfuerzos y sacrificios, pero son los sacrificios que todo mundo hace para conseguir aquello que desea, pero que durará lo que dure el deseo. El error de la novia está en pensar que su influencia no va a disminuir. Se repite el slogan: “Pero todo el mundo puede cambiar...” Si una persona ha cambiado tiene que haber cambiado con todos, y no sólo con la novia. Lamentablemente, no sabemos experimentar en cabeza ajena.

Se oye decir: “Lo quiero tanto que no me importa lo que en el futuro me pueda hacer”. Cuando oigas los insultos y malas palabras, cuando llegue borracho, cuando veas la indiferencia con que te trata, cuando sientas que ya no le interesas, entonces es cuando debería no importarte. Pero cuanto más le ames, más te va a importar.

jueves, 21 de enero de 2010

...GENEROSIDAD...



La vida es un cielo armónico entre el dar y el recibir.

Mientras más das más recibes, si das con alegría.

El placer de dar nos introduce

en la corriente inextinguible del amor.

Un amor que nos mueve a dar

y a darnos sin medida y a vivir unidos.

En el flujo generoso del dar y del recibir

hallamos nuestra felicidad buscando

la felicidad de los demás.

Y la clave está en enseñarnos a dar

siempre algo a los otros, conscientes

de que es mucho lo que podemos ofrecer.

Toma hoy la decisión de dar siempre algo

a cada persona que te encuentres,

y tu vida se llenará de amor y de alegría.

No se trata de dar cosas,

sino de regalar tiempo,

una sonrisa, un abrazo, una flor,

una tarjeta, un estímulo, una canción….

martes, 19 de enero de 2010

...DE ROPA GRIS,CARA GRIS...


DE
Ropa gris, cara gris
Voto en papel botado
En la burocracia
Del sin voz…


MUERTO
Asilado no político
En la embajada
Del no ser…


SOY
Soy hombre
Le creo a Dios
Pero nadie cree en mí…

SI

Si al menos
Pudiera soñarme
Bañándome desnudo
En la risa pueril
De tus ojos…

SIN
Sin Dios
Me angustio
Hasta escuchar
El grito humillante
Del silencio…

SOMOS
Somos el fugitivo
Que se resigna
A vivir
En la cuerda floja…

domingo, 17 de enero de 2010

¿...MIEDO AL SER HUMANO...?


Cuando un ciudadano chileno ve a un joven ocioso parado en la puerta de un negocio, teme alguna agresión. Si en Santiago un vendedor ambulante te ofrece un perfume para oler, ¡atención!: a lo mejor intenta adormecerte para robar tu casa.
Cuando un joven te oculta su rostro, es normal desconfiar… porque esa actitud esconde malas intenciones. Podría esconderse un buen adolescente detrás de esa actitud, pero podría ser también un avezado delincuente.
Y, ¿quién sabe qué me hará el doctor, cuando estaré en sus manos?
Y el científico, ¿no sientes un poco de miedo al imaginarse los monstruos que logrará producir gracias al progreso de la ciencia genética?
Le tenemos menos miedo a un león, aunque sabemos que nos puede devorar cuando sienta hambre.
Tememos más al ser humano, porque es imprevisible, tiene grandes capacidades y hay en él algo que no puedo penetrar… en definitiva, porque es libre y puede usar mal la libertad.
Parece que cada día hay más razones para desconfiar y temer. El hombre se convierte en peligro para sí mismo. Tenemos miedo de nosotros mismos.
Pero, sin confiar en el otro, la vida se hace imposible.
¿No habría también razones para confiar y abrirse al otro?
Un caso más nos puede ilustrar lo que pasa en la sociedad: cuando en Chile se discuten nuevas leyes que castigarían la violencia en las calles, a lo mejor algún adolescente piensa:
“Quieren coartar mi libertad, controlarme.
Si no confían en mí, van a ver que no sirven de nada sus medidas…” Desde arriba más leyes, desde abajo más rechazo de la autoridad”. Ya decía alguien que las normas ayudan a vender desconfianza.
Se puso de moda la libertad y ahora nos da miedo.
Sin embargo, no nos equivocamos cuando nos acostumbramos a pensar que la libertad es algo bueno.
¿Qué es la libertad?
Es cierto, que a mayor libertad corresponde mayor capacidad de hacer daño al otro. Pero quizá olvidamos, que ser libres posibilita también hacer el bien, entregarse al otro, amar.
La libertad es para elegir el bien y sólo por defecto para hacer el mal.
Además, la libertad humana es una libertad de autoposesión y de autodeterminación.
La persona no está determinada por sus genes a ser buena o mala. Puede llegar a ser un hombre honesto, aunque haya nacido en un barrio de criminales.
La libertad permite hacerse mejor persona, posibilita cambiar.
Afortunadamente, nuestra libertad es limitada y, por lo mismo, el mal que causa alguien como Pinochet siempre tiene sus límites.
No puedo hacer todo lo que se me ocurra, porque hay unas leyes de la naturaleza que me limitan y no puedo entrar en la interioridad del otro ser humano:
no tengo el poder sobre la conciencia del otro para lograr que piense y actúe siempre según mi voluntad.
Como ser humano, aunque esté en medio de la masa, hay en mí algo “muy mío”, que me permite ser lo que soy, que es inaccesible e incomunicable.
Seguramente queremos una sociedad sin tanto miedo.
Ser libre sin necesitar temer al otro.
De hecho, por necesidad seguimos confiando:
confío que la leche que compro en el supermercado no está envenenada o que el policía no es un asesino disfrazado (que no nos pase como a Gabriel Syme en “El hombre que fue Jueves” de Chesterton: este personaje pensaba que perseguía a un criminal, cuando en realidad se trataba de otro detective como él que hacía de anarquista).
Puede parecer que necesitamos una sociedad policíaca cuando las personas no viven según los principios éticos. Creamos más leyes, porque hay menos principios. Pero los candados y el mayor número de leyes externas no son ni la única ni la mejor solución a un problema que se encuentra en el interior de las personas. Las leyes pueden educar, pero no bastan.
Tampoco funciona desentenderse de lo problemático: pasar por el otro lado de la calle, no involucrarse para no arriesgarse; en fin, no comprometerse, pero dentro del propio individualismo, quejarse de la insociabilidad de otros.
Lo que hace falta es creer en el hombre y buscar la transformación de lo más profundo en el ser humano.
Esforzarse por el cambio de lo más personal, que posiblemente no se logra en la duración de una presidencia, pero que es duradero.
Es una empresa que se parece al trabajo de la gota del aceite que puede penetrar la realidad a fondo.
Se puede educar aquel núcleo de la persona, dónde se encuentra la libertad y este trabajo es en realidad el único eficaz.
Se puede confiar en el ser humano.
Ninguno está determinado a ser malo y, en primer lugar por la libertad, puede salir de situaciones negativas.
Para transformar a la persona hay que confiar en ella. No son sólo los políticos los que llevan a cabo este cambio. Estos pueden apoyar, pero se trata ante todo de una labor de persona a persona:
la labor de la madre que se entrega a su hijo, del amigo por medio de su testimonio.
Se cuenta que un hombre cogió al joven Abraham Lincoln cuando este estaba robando. Le regañó, pero también le dio una oportunidad para trabajar en su negocio. Muchos no hubieran llegado a ser grandes hombres, si alguien no hubiese confiado en ellos.
Se pueden encontrar bastantes casos positivos que corresponden al desarrollo de las capacidades humanas: el adolescente con temible aspecto de hevymetalero que le ayuda a la anciana en sus compras, o la curación de una enfermedad gracias al progreso científico, sin el cual hace 20 años me hubiera quedado paralizada.
Hay otra posibilidad de que el tener miedo del hombre se convierte en un peligro para sí mismo.
Recordemos, que sólo el ser humano puede ser héroe. Puede decidir arriesgar o sacrificar su vida para salvar la de otro. En todo el universo sólo el ser humano, por ser libre, puede buscar desinteresadamente el bien del otro.
Por tanto hay razones para esperar en el ser humano, precisamente porque es él único ser en el universo capaz de buscar desinteresadamente el bien del otro.
¡Vence el mal con el bien!

sábado, 16 de enero de 2010

...EL RETO...


...Pocos son los hombres que construyen ciudades, la gran mayoría las habita...

...Pocos son los hombres que proyectan la construcción de un puente, la gran mayoría lo utiliza...

...Pocos son los hombres que levantan rascacielos y fábricas, la gran mayoría trabaja en ellos...

Igual que esos pocos privilegiados, la felicidad llegará a ti cuando TE ATREVAS a explorar... cuando TE ATREVAS a echar los cimientos de grandes estructuras para satisfacer las necesidades de tus semejantes.

Desarrolla dentro de ti la magnífica obsesión de ayudar a tus semejantes a que se ayuden a sí mismos. Motiva a los hombres a que desarrollen y utilicen todo su potencial, y así les estarás ayudando a levantar los cimientos más sólidos y a hacer estructuras gigantescas de sus vidas.

Cuando te hayas atrevido a desarrollar esta obsesión de ayudar a tus semejantes, habrás descubierto el significado de una vida más rica y abundante.

¡Te reto a que lo hagas!

viernes, 15 de enero de 2010

...EL CLUB DE LAS ABUELITAS...


Eran dieciocho mujeres. Mujeres ancianas, de cabello blanco. Mujeres que tenían el porte y el semblante de personas honestas, dignas, aplomadas en lo moral y maduras en lo espiritual. Dieciocho mujeres que iban y venían entre Arica y otras ciudades, como quien pasea de lo más desaprensivamente.
Sin embargo, formaban una mafia, «la mafia de las abuelitas». Esas ancianas se dedicaban al tráfico de drogas. Y llegaron a acumular una fortuna calculada en tres mil millones de pesos. Cuando por fin cayeron presas, fue motivo de gran asombro para todos los vecinos y conocidos.
Las blancas cabezas y los serenos semblantes presentaban un agudo contraste con el trabajo que realizaban. «Eran todas mujeres respetables en su comunidad —comentó el jefe de la policía de la Región Metropolitana—. Pero uno nunca termina de desengañarse de la gente.»
Siempre se ha supuesto que los años, las arrugas y las canas traen consigo la sabiduría. En los años de nuestra juventud se nos concede que hagamos travesuras y locuras, y que violemos normas y leyes. Pero al llegar los años de la senectud, se supone que debemos calmarnos y entrar en una vida reposada, sabia y serena. Aquellas ancianas hicieron todo lo contrario.
Todas ellas, con más de sesenta años de edad y ya abuelas, en lugar de ponerse a tejer conjuntos para sus nietos, como toda abuela normal, entraron en el negocio del narcotráfico. Y escudadas en su edad, su porte, su semblante y su buen nombre, cometieron un delito que las leyes penan severamente.
Es que los años y las canas no compran la sabiduría por sí solos. La vejez no es necesariamente, de por sí, la edad de la bondad, la justicia y la sabiduría. La verdad es que el ser humano puede ser tan malo a los ochenta años como lo fue a los veinte, los treinta o los cincuenta. El corazón no se cambia por sí solo. Carece de fuerza suficiente para ello. Nadie se autorregenera por más que se lo proponga o lo desee. Quien cambia al individuo, a cualquier edad, es el divino tesoro que permite la vida….

martes, 12 de enero de 2010

¡...CARPE DIEM....!...¡vive el día intensa y creativamente...!


¿Por qué te preocupas de tantas cosas? ¿Por qué llevas el peso de un ayer que lamentas, si ya no está en tus manos? ¿Por qué te angustia el temor de un mañana? Dale a cada día su afán. El ayer... pasó. El mañana.... no llegó.
No te aferres al pasado, ni a los recuerdos tristes. No reabras la herida que ya cicatrizó. No revivas los dolores y sufrimientos antiguos. Lo que pasó, pasó... De ahora en adelante, pon tus fuerzas en construir una vida nueva, orientada hacia lo alto y camina de frente, sin mirar hacia atrás. Haz como el sol que nace cada día, sin pensar en la noche que pasó.
Vive bien el hoy que tienes en tus manos. Deja el ayer que te atormenta. Deja el mañana que te inquieta. Piensa únicamente en que dispones de hoy. ¡Aprovéchalo! ¡Agradécelo! Piensa que hoy, es tu día. Con ayer no cuentas, con mañana tampoco. Para luchar.... Para vencer.... Para reparar.... Para amar.... cuentas con hoy.
Si te preocupas por cosas que ya pasaron y acerca de las cuales nada puedes hacer, mentalmente te encuentras ligado a un pasado que te lastima; los recuerdos desgastan la energía que tenemos disponible para vivir el presente. Por otra parte, las angustias ocasionadas por hechos que todavía no acontecieron, que se encuentran en un futuro, ya sea próximo o lejano, son también zonas de la mente que desgastan energéticamente. Si piensas en el pasado o en el futuro te inmovilizas en el presente, te quedas estático, imposibilitado de actuar adecuadamente, mientras tu mente viaja a regiones inútiles de tu existencia.
Programar el futuro, planear estrategias para alcanzar una meta racionalmente lógica, y emocionalmente aceptable hacia la cual dirigirse, es muy diferente a construir castillos de naipes para un futuro ilusorio. Si uno no trabaja en su presente para hacer realidad esos deseos, la energía que ha gastado construyéndolos es energía perdida. Del mismo modo, revisar y valorar las experiencias pasadas para extraer de ellas las lecciones que podamos emplear en el presente, es válido y deseable. Pero es muy diferente a estar "rumiando" experiencias dolorosas, ya que éstas alimentan una idea negativa acerca de uno mismo.

No mires al pasado mucho tiempo y al futuro cada momento. Aprende que la vida no es pasado ni futuro, la vida es cada segundo que respiramos, cada momento que reímos, cada momento que desperdiciamos sufriendo por el ayer y nos preocupamos por lo que quizá tenga que suceder.
Si viviéramos cada segundo de hoy como debiera ser, no nos afectarían tanto viejos recuerdos y dolorosos fracasos que en el presente no tienen nada qué hacer. Por eso cuando estés aferrado al ayer o tengas miedo de lo que pueda ser, recuerda que cada segundo es aquel que no ha de volver, como cada gota de agua que cae sólo una vez, como cada flor que crece y en otro momento florece, como el día de hoy que no mira hacia atrás para seguir adelante.
Pasado, presente y futuro, no son períodos en el tiempo, son períodos en la mente. Aquello que no está más frente a la mente, se vuelve pasado. Aquello que está frente a la mente es el presente y aquello que va a estar frente a la mente es el futuro. El pasado es aquello que no está ya más frente a ti. El futuro es aquello que no está aún frente a ti. Y el presente es aquello que está frente a ti y se está escurriendo de tu vista.
No te aferres al pasado... ¡Lo que se fue, se fue! El presente también se va a ir, y pronto será pasado. Tampoco te aferres al futuro porque el mañana se volverá hoy y luego se volverá ayer. Todo se va a volver un ayer. Todo se te va a escapar de las manos. El aferrarse simplemente te traerá sufrimiento. Tendrás que soltarte.
Nuestro sufrimiento, y nuestro dolor pasa por no saber soltarnos. Vivimos preocupados por el futuro y otras veces angustiados por situaciones del pasado que traemos una y otra vez a nuestra mente y las convertimos en presente y así seguimos sufriendo y sufriendo. Tenemos que comprender que nuestro tiempo, el único que vale, es el ahora... este momento...
Observemos a los niños, no saben de pasado, ni de presente, ni de futuro. Es de día cuando ven luz, es de noche cuando hay oscuridad, no conocen los relojes. Viven, se entregan y en esa entrega minuto a minuto se sueltan, disfrutan el momento. No logran comprender a los adultos. A veces hasta nos miran extrañados. Nos ven correr, nos ven llorar, nos ven ansiosos y demás. Y ellos; esos "locos bajitos" nos están enseñando y a su vez recordando que la vida es maravillosa si sabemos ubicarnos en el ahora, en este instante.
Parece complicado. Algunos pensarán: qué simple es decirlo pero qué difícil aplicarlo, pero sólo toma un minuto: este. Soltarse, es saber vivir. Tu tiempo es ahora. ¡Vamos, levántate... porque la luz del sol está afuera!

sábado, 9 de enero de 2010

¿...YO TENGO DERECHO A SER FELIZ...?


"Yo tengo derecho a ser feliz", me decía un amigo al anunciarme su propósito de abandonar a su mujer y a sus hijas para formar una nueva familia con otra mujer.
Me impresionaba que una persona adulta e inteligente estuviera decidida a echar por la borda quince años de vida familiar arguyendo que la felicidad es un derecho como los de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
No es fácil aclararse sobre a qué llamamos felicidad.
Algunos creen que es un estado de ánimo y pretenden encontrarla en la euforia de la borrachera o de la droga o en los libros de autoayuda.
Para otros, es la satisfacción de todos los deseos y, como están insatisfechos, se sienten casi siempre tristes.
De hecho, lo que está más en boga es la identificación de la felicidad con el sentirse querido, con el estar enamorado.
Quizá por ese motivo vuelan por los aires tantos vínculos matrimoniales, esclerotizados por la erosión del tiempo, el aburrimiento mutuo o el desamor infiel.

Ya Aristóteles, hace más de dos mil trescientos años, advirtió que la felicidad no era algo que pudiera buscarse directamente, esto es, algo que se lograra simplemente porque uno se lo propusiera como objetivo. Como todos hemos podido comprobar en alguna ocasión, quienes ponen como primer objetivo de su vida la consecución de la felicidad son de ordinario unos desgraciados.

La felicidad es más bien como un regalo colateral del que sólo disfrutan quienes ponen el centro de su vida fuera de sí.
En contraste, los egoístas, los que sólo piensan en sí mismos y en su satisfacción personal, son siempre unos infelices, pues hasta los placeres más sencillos se les escapan como el agua entre los dedos.
Me gusta pensar que, en vez de un derecho, la felicidad es un deber.

Los seres humanos hemos de poner todos los medios a nuestro alcance para hacer felices a los demás; al empeñar nuestra vida en esa tarea seremos nosotros también felices, aunque quizá sólo nos demos cuenta de ello muy de tarde en tarde.

"Siempre alegres para hacer felices a los demás".
El secreto más oculto de la cultura contemporánea, es que los seres humanos sólo somos verdaderamente felices, dándonos a los demás.

Sabemos mucho de tecnología, de economía, del calentamiento global, pero la imagen que sistemáticamente se refleja en los medios de comunicación muestra que sabemos bien poco de lo que realmente hace feliz al ser humano.

La felicidad no está en la huida con la persona amada a una paradisíaca playa de una maravillosa isla del Caribe, abandonando las obligaciones cotidianas que, por supuesto, en ocasiones pueden hacerse muy pesadas.
La felicidad no puede basarse en la injusticia, en el olvido de los compromisos personales, familiares y laborales.
La felicidad –respondí a mi amigo con afecto– no es un derecho, sino que es más bien resultado del cumplimiento –gustoso o dificultoso– del deber y aparece siempre en nuestras vidas como un regalo del todo inmerecido, como un premio a la entrega personal a los demás, en primer lugar, al cónyuge y a los hijos.

martes, 5 de enero de 2010

...EN EL FONDO DEL POZO...



Por más brillante y rica que sea una persona, se encontrará en el fondo del pozo en algún momento de su vida, pero el ideal, es que tales momentos sean puntuales y raros. Y lo serán, si nos preparamos para salir de ellos, antes de que sucedan. No tengas miedo de esos momentos, pues van a ocurrir de cualquier forma. Son esa parte de la existencia sobre la cual no tenemos control. Por eso es mejor desde ya, tener en mente un pensamiento que nos va a ayudar mucho: "La ventaja, de estar en el fondo del pozo, es que cualquier movimiento nos lleva hacia arriba."

Esos momentos pueden causarnos pánico y recelo sobre el futuro. Desafortunadamente, la mayoría de las personas hemos sido enseñadas a sufrir por el dolor del fracaso, pero no sobre cómo usar lo aprendido de esos fracasos para construir los nuevos caminos con dirección a la victoria; aprendemos sobre las lágrimas de la amargura, pero no sobre cómo usar esas lágrimas para volvernos mejores personas, día tras día; nos dijeron sobre la soledad de la pérdida, sin jamás acordarse de la importancia de que, cuando estemos solos, nos detengamos para reflexionar sobre lo que debemos cambiar, para que las pérdidas no se repitan.

Verdaderamente, escuelas, facultades y gran parte de nuestra sociedad nos enseñan que el fracaso, la pérdida y la falla son cosas horribles, lo que muchas veces es cierto, pero casi nunca nos enseñan lo que tenemos que hacer para salir del fondo del pozo.

Por más dolor que sientas, todo eso por lo cual estás pasando es una dolorosa percepción. Una evaluación de la realidad con base en el desastre. Tu dolor es muy real, pero es necesario comprender que el dolor necesita ser contenido, para que podamos pensar y actuar, para colocar nuestra vida en el carril nuevamente. Por eso, cuando estés caído en el fondo del pozo, descansa un poco y mira a tu alrededor. Duerme, si es preciso. Llora, si es preciso. Pero, después de algún tiempo, sal de allí. No verás nada; por algunos momentos, estará oscuro y te sentirás perdido. Eso es natural. Pero, vamos a buscar lo que también es natural: es natural que tú, habiendo tropezado con uno de los puntos bajos de tu vida, solamente necesites hacer un movimiento y ya estarás más próximo de la salida.

No te preocupes en olvidar el dolor, pues él es parte de ti. Son las cicatrices las que te vuelven una persona más completa, más rica internamente, más viva. Puede ser que tardes y que tengas que "resbalar" mucho, pero echarle la culpa a una persona o situación (aunque sean culpables) no va a sacarte a ti, o a tus sueños, del fondo del pozo. Solamente la acción puede generar resultados.

Acuérdate de que la ventaja de estar en el fondo del pozo, es que cualquier movimiento nos lleva hacia arriba. Busca la salida, levántate y recomienza el camino. Mientras más pronto, mejor.

Si hemos caído a lo profundo el pozo es porque podemos salir, pensemos que no siempre estaremos allí y que el sufrimiento nos hace madurar, que pensemos profundamente más adelante en lo que hacemos o los planes que tenemos, esta experiencia nos ayuda muchísimo a ser mejores personas porque entendemos a las que atraviesan una situación semejante, por tanto no nos quejemos sino que tengamos claro que nos siempre estaremos allí y que hay un futuro mejor para nuestro bien.

sábado, 2 de enero de 2010

...JUAN 3:16...


Se desató una tormenta de nieve en medio de la noche lúgubre y fría en la ciudad de Punta Arenas. Mientras la gente entraba y salía por las puertas de las casas tratando de refugiarse en sus abrigos del helado temporal, un niño vendía periódicos en una esquina. Tenía demasiado frío como para preocuparse por la escasez de clientes. Al rato se acercó a un Carabinero y le preguntó:
—Señor, ¿conoce usted un lugar donde un niño pobre como yo pudiera pasar la noche sin tanto frío? Es que por lo regular duermo en una caja ahí a la vuelta de la esquina en el fondo del callejón, y la verdad es que esta noche hace demasiado frío. ¡Qué bueno sería dormir en un lugar protegido del frío!
El Carabinero se compadeció de la condición del niño y le dijo:
—Ve a esa casa blanca grande al final de la cuadra y toca a la puerta. Cuando alguien salga a ver quién es, tú sólo contesta: «Juan 3:16», y verás que te dejarán entrar.
El niño le dio las gracias al Carabinero y siguió sus instrucciones. Cuando llegó a la casa, tocó a la puerta y se asomó una mujer. Él la miró y le dijo:
—Juan 3:16.
La mujer respondió:
—¡Bienvenido, hijo! Entra.
Y lo tomó de la mano, lo acomodó en un sillón frente a una gran chimenea y salió de la sala. El niño se arrellanó en el sillón y pensó: «Juan 3:16... No lo comprendo, pero ¡sí que le da calor a un niño que tiene frío!»
Pasados unos minutos, la mujer regresó y le preguntó:
—¿Tienes hambre?
Él contestó:
—Bueno, un poco. No he comido casi nada en los últimos dos días, así que me encantaría algo de comer.
La mujer lo llevó a la cocina y le sirvió una tras otra porción de comida deliciosa que él comió hasta hartarse. Entonces el niño volvió a pensar: «Juan 3:16... Todavía no lo comprendo, pero ¡sí que satisface a un niño hambriento!»
Luego la mujer lo llevó al segundo piso y le preparó un baño con agua tibia y jabón espumoso. En la tina, el niño pensó: «Juan 3:16... Aún no lo comprendo, pero ¡sí que limpia a un niño sucio! ¡Y este es el primer baño de verdad que he tenido en toda mi vida!»
Después que el niño terminó de bañarse, la mujer lo llevó a un amplio cuarto, lo arropó bien en una cama, le dio un beso y apagó la luz. En la oscuridad apenas podía divisar a través de la ventana la nieve que caía esa noche fría, y volvió a pensar: «Juan 3:16... todavía no lo comprendo, pero ¡sí que le da reposo a un niño cansado!»
Cuando el muchachito despertó al día siguiente, la mujer le sirvió el desayuno, lo volvió a acomodar en el sillón frente a la chimenea, abrió un libro grande y le explicó que Juan 3:16 dice que el Cristo nos amó tanto que puso su vida por nosotros; también nosotros debemos ser solidarios en un cien por ciento con todos los seres humanos y muy especialmente con la gente desposeída y los niños pobres… Ante esto, el niño no pudo menos que pensar: «No lo comprendo, pero ¡…sí que le da seguridad a un niño que no tiene dónde vivir…!»

viernes, 1 de enero de 2010

...PRIMER DÍA DE CLASES... PARA LAS BUENAS VIBRAS...


...No puedo darte soluciones para todos los problemas de la vida, ni tengo respuestas para tus dudas o temores, pero puedo escucharte y compartirlo contigo. No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro. Pero cuando me necesites estaré junto a ti. No puedo evitar que tropieces. Solamente puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no caigas. Tus alegrías, tus triunfos y tus éxitos no son míos. Pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz. No juzgo las decisiones que tomas en la vida. Me limito a apoyarte, a estimularte y a ayudarte si me lo pides. No puedo trazarte límites dentro de los cuales debes actuar, pero sí te ofrezco el espacio necesario para crecer. No puedo evitar tus sufrimientos cuando alguna pena te parta el corazón, pero puedo llorar contigo y recoger los pedazos para armarlo de nuevo. No puedo decirte quien eres ni quien deberías ser. Solamente puedo quererte como eres y ser tu amigo. En estos días pensé en mis amigos y amigas, entre ellos, apareciste tú. No estabas arriba, ni abajo ni en medio. No encabezabas ni concluías la lista. No eras el número uno ni el número final. Y tampoco tengo la pretensión de ser el primero, el segundo o el tercero de tu lista. Basta que me quieras como amigo…