...EL GRAN DICTADOR...DISCURSO...CHARLES CHAPLIN...

sábado, 2 de enero de 2010

...JUAN 3:16...


Se desató una tormenta de nieve en medio de la noche lúgubre y fría en la ciudad de Punta Arenas. Mientras la gente entraba y salía por las puertas de las casas tratando de refugiarse en sus abrigos del helado temporal, un niño vendía periódicos en una esquina. Tenía demasiado frío como para preocuparse por la escasez de clientes. Al rato se acercó a un Carabinero y le preguntó:
—Señor, ¿conoce usted un lugar donde un niño pobre como yo pudiera pasar la noche sin tanto frío? Es que por lo regular duermo en una caja ahí a la vuelta de la esquina en el fondo del callejón, y la verdad es que esta noche hace demasiado frío. ¡Qué bueno sería dormir en un lugar protegido del frío!
El Carabinero se compadeció de la condición del niño y le dijo:
—Ve a esa casa blanca grande al final de la cuadra y toca a la puerta. Cuando alguien salga a ver quién es, tú sólo contesta: «Juan 3:16», y verás que te dejarán entrar.
El niño le dio las gracias al Carabinero y siguió sus instrucciones. Cuando llegó a la casa, tocó a la puerta y se asomó una mujer. Él la miró y le dijo:
—Juan 3:16.
La mujer respondió:
—¡Bienvenido, hijo! Entra.
Y lo tomó de la mano, lo acomodó en un sillón frente a una gran chimenea y salió de la sala. El niño se arrellanó en el sillón y pensó: «Juan 3:16... No lo comprendo, pero ¡sí que le da calor a un niño que tiene frío!»
Pasados unos minutos, la mujer regresó y le preguntó:
—¿Tienes hambre?
Él contestó:
—Bueno, un poco. No he comido casi nada en los últimos dos días, así que me encantaría algo de comer.
La mujer lo llevó a la cocina y le sirvió una tras otra porción de comida deliciosa que él comió hasta hartarse. Entonces el niño volvió a pensar: «Juan 3:16... Todavía no lo comprendo, pero ¡sí que satisface a un niño hambriento!»
Luego la mujer lo llevó al segundo piso y le preparó un baño con agua tibia y jabón espumoso. En la tina, el niño pensó: «Juan 3:16... Aún no lo comprendo, pero ¡sí que limpia a un niño sucio! ¡Y este es el primer baño de verdad que he tenido en toda mi vida!»
Después que el niño terminó de bañarse, la mujer lo llevó a un amplio cuarto, lo arropó bien en una cama, le dio un beso y apagó la luz. En la oscuridad apenas podía divisar a través de la ventana la nieve que caía esa noche fría, y volvió a pensar: «Juan 3:16... todavía no lo comprendo, pero ¡sí que le da reposo a un niño cansado!»
Cuando el muchachito despertó al día siguiente, la mujer le sirvió el desayuno, lo volvió a acomodar en el sillón frente a la chimenea, abrió un libro grande y le explicó que Juan 3:16 dice que el Cristo nos amó tanto que puso su vida por nosotros; también nosotros debemos ser solidarios en un cien por ciento con todos los seres humanos y muy especialmente con la gente desposeída y los niños pobres… Ante esto, el niño no pudo menos que pensar: «No lo comprendo, pero ¡…sí que le da seguridad a un niño que no tiene dónde vivir…!»

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